dijous, d’agost 17, 2006

Henry James a Washington Square



El ideal de reposo y retiro acomodado, en 1835, se encontraba en Washington Square, y allí el doctor se hizo construir una hermosa casa moderna, de amplia fachada, con un balcón grande delante del salón y un tramo de escalones de mármol blanco desde la calle hasta la puerta de entrada, revestida también de mármol blanco. Esa estructura, y muchas de sus vecinas, a las que se asemejaba punto por punto, pasaban por ser, hace cuarenta años, la materialización de los últimos resultados de la ciencia arquitectónica, y hasta el día de hoy siguen siendo residencias muy sólidas y honorables.



Delante tenía la plaza, y en ella una cantidad considerable de vegetación poco costosa, cerrada por una empalizada de madera que acrecentaba su aspecto rural y accesible; y a la vuelta de la esquina estaban los terrenos, más augustos, de la Quinta Avenida, que arrancaba en este punto con un aire espacioso y resuelto que era ya una señal de altos destinos. Yo no sé si será debido a la ternura de las asociaciones de la primera edad, pero esa parte de Nueva York es para muchos la más deleitable. Tiene una especie de reposo establecido que no es frecuente encontrar en otros barrios de la larga y estridente ciudad; posee un aspecto más maduro, más rico, más digno que ninguna de las ramificaciones superiores de la gran arteria longitudinal -el aspecto de haber tenido un algo de historia social-.

Henry James. Washington Square. Editorial Alianza

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